Comenzaremos troceando el jamón en taquitos lo más pequeños que podamos. Y desmigaremos el pollo también lo más pequeño que se pueda. Si te ha sobrado pollo al horno, pollo del cocido o pollo a la plancha de otra preparación, es la carne ideal para esta receta.
Si no tienes pollo ya hecho, lo mejor es hacer una pechuga a la plancha y después desmigarla. Un vez tengas el jamón y el pollo bien cortado mézclalos en un recipiente. Reserva.
Corta la cebolla en daditos pequeños. También puedes rallarla si te gusta más.
Pon a calentar una olla mediana con un chorro de aceite de oliva y cuando esté caliente añade la cebolla para freírla hasta que quede dorada.
Añade la harina a la cebolla y remueve hasta que adquiera un tono dorado. Después añade el pollo y el jamón que tenías reservado. Remueve y acto seguido añade la leche.
Remueve toda la mezcla hasta que se integre y empiece a espesar. Añade un poco de sal, pimienta negra y nuez moscada. Sigue mezclando hasta que se convierta en una masa.
Retira del fuego, saca la masa y pásala a un recipiente limpio para que se temple. Tapa con papel film y deja a enfriar primero a temperatura ambiente y después métela en la nevera para que endurezca (lo ideal son 12 horas).
Con la masa ya lista, lo primero será batir los huevos bien y echar en otro plato bastante pan rallado. Ponemos una nueva sartén con bastante aceite a calentar y ya estamos listos para hacer las croquetas.
Cogemos unos trocitos de la masa y con las manos le vamos dando la forma que más nos guste para nuestras croquetas, las bañamos primero en el huevo y luego rebozamos con el pan rallado.
Y después de una en una a la sartén para que se frían. Tened cuidado de no echar muchas al mismo tiempo para que así se hagan mejor.
Tras darles varias vueltas, por unos 5 – 8 minutos, estarán listas para sacar del fuego. Colocarlas en una bandeja con papel absorbente. Así conseguiremos que suelten todo el aceite que no es necesario, y estarán más sabrosas al comerlas.