En primer lugar, calienta el caldo en una olla a potencia máxima y, cuando empiece a hervir, reduce la potencia del fuego a la mitad para dejar que hierva suavemente. El caldo lo puedes comprar pero si lo preparas tu mismo tendrá más sabor.
En una sartén calienta el aceite y la mantequilla, removiendo de vez en cuando, para que ésta se derrita más fácilmente. Mientras la mantequilla se consume un poco, pela la cebolla y pícala en trocitos pequeños y échala con la mantequilla, removiendo para que se poche bien.
Es el turno de cortar los dos calabacines. Pélalos, lávalos y córtalos en forma de dados y ponlos junto con la cebolla.
Cuando hayan cogido un poco de color, echa también el arroz. Remueve un poco y salpimienta (puedes agregar más cantidad de sal y pimienta si buscas un sabor más fuerte).
Durante un par de minutos remueve todo lo que tienes en la sartén y, poco a poco, ve agregando el caldo, con un cucharon hasta que lo hayas pasado casi todo. Es bueno que te dejes un par de cucharadas para echarlas más hacia delante.
Sube la potencia del fuego y, cuando veas que rompe a hervir, redúcela a la mitad durante diez minutos. Ve removiendo el arroz todo el rato.
Baja ahora el fuego al mínimo y ve añadiendo poco a poco el resto del caldo. Recuerda que no tienes que dejar de remover.
Después de estos veinte minutos de cocción, cuando el caldo se haya consumido por competo, echa el parmesano y sigue removiendo con el fuego al mínimo durante cinco minutos más.