Lo primero será cocinar el pollo: pon una plancha o sartén con una gotita de aceite a calentar. Salpimenta la pechuga fríela hasta que quede bien hecha por dentro y dorada por fuera. Una vez lista, deja templar y después desmígala por completo. Reserva.
Pica la cebolla en brunoise bien fina (dados pequeños) y después pon un olla mediana a calentar con el caldo de verduras.
Cuando el caldo empiece a hervir añade la cebolla y sofríela hasta que esté trasparente. Después retira y reserva.
En la misma olla añade los 500 ml. de leche y ponla a calentar. Cuando haya cogido algo de temperatura, sin llegar a hervir, añade las 2 cucharadas de harina y remueve constantemente con las varillas de cocina hasta que se integre bien pero sin que llegue a espesarse.
Añade a la olla la cebolla y el pollo que tenías reservado. Mezcla bien y deja cocinar 2 minutos.
Pasa la mezcla a un recipiente limpio y deja enfriar en la nevera tapado con film transparente durante 2-3 horas o de un día para otro.
Cuando la masa esté lista, pon a precalentar horno en marcha a 220º C y bate los 2 huevos con una pizca de sal. Pon el pan rallado en un plato hondo.
Con una cuchara sopera ves cogiendo porciones de masa y dales forma de croqueta. Pásalas por el pan rallado, dales mejor la forma, después por el huevo, y nuevamente por el pan rallado.
Colócalas en una bandeja apta para hornos y hornéalas a 220º hasta que estén doradas. Después dales la vuelta y repite el procedimiento. ¡Que las disfrutes!