Pela la cebolla y la cortas en rodajas juliana, o de otra forma que tú prefieras. Para que no te lloren tanto los ojos lo mejor que puedes hacer es lavarla bajo el agua del grifo antes de cortarla.
Pon una sartén al fuego con el aceite para que se vaya calentando. Cuando esté bien caliente, le agregas la cebolla para que se poche. En todo momento que el fuego esté bajo y remueve a menudo, para que no se te quede pegada.
La cebolla se irá oscureciendo poco a poco, te llevará unos 20 minutos conseguirlo. Cuando haya ganado suficiente color le agregas un par de cucharadas de agua.
De nuevo vuelve a remover la cebolla, para que se vaya caramelizando poco a poco.
Si te queda demasiado acuosa, lo mejor es colarla un poco con el colador y hacer que suelte tanto aceite y agua como sea posible, pero notarás que tiene un sabor muy delicioso.
La puedes servir como comida de picoteo o usarla para cualquier comida que desees.