Primero tienes que separar la cabeza de la langosta del cuerpo y partirla por la mitad. Corta el cuerpo en cuatro trozos. Si no consigues langosta puedes hacerlo con bogavante, que aunque no es la receta original sale perfecta también.
Después haremos la picada, que guardaremos para más adelante. Para ello, tienes que extraer de las cabezas de la langosta los sesos y la sangre y ponerla en un bol. Después corta las mitades de la cabeza en dos trozos y resérvalas.
En el bol donde has puesto los sesos y la sangre, añade el diente de ajo, las almendras crudas previamente picadas, un poquito de sal, azafrán, el perejil picado al gusto y un trozo de pan frito. Mézclalo todo para que quede una pasta homogénea. También puedes añadirle el zumo de un limón.
En una cazuela de barro añade un chorro de aceite de oliva y caliéntala a fuego medio-lento. Una vez esté caliente, salteamos los trozos de langosta y los sacamos (no le quites la cáscara).
Una vez hayas sacado la langosta, en la misma cazuela haremos el sofrito. Pica la cebolla y los dos pimientos a cuadraditos y el ajo a láminas y viértelos en la cazuela. Sofríe las verduras hasta que estén pochadas y añade a continuación los tomates triturados.
Para quitarle la acidez al tomate puedes echar un par de cucharaditas de azúcar o un chorrito de caramelo líquido. Intenta que no se queme el sofrito, ves removiendo constantemente. Antes de que esté listo, vierte un chorrito de ginebra.
Cuando esté listo el sofrito, sácalo de la cazuela y tritúralo hasta conseguir un puré.
Vierte de nuevo el puré en la cazuela y añade también las langostas. Añade agua hasta que las langostas estén casi cubiertas y deja que hierva.
Cuando esté hirviendo, vierte la picada que habíamos preparado y deja que se cocine a fuego lento durante media hora aproximadamente.
Para que la caldereta menorquina esté en su punto, es recomendable que repose unas 24 horas, por lo que tendrías que cocinarla el día de antes. Antes de servir, calienta la caldereta 24 horas después a fuego lento. ¡Qué aproveche!