Primero de todo pon el horno en marcha, con calor arriba y abajo a 180 grados para que se vaya calentando.
En un molde para horno espolvorea un poco de harina y pon la masa quebrada estirada encima. Hornea la masa un par de minutos cuando el horno esté caliente y resérvala.
Por otro lado, calienta las dos cucharadas de aceite de oliva en una sartén, a media potencia. Pela la cebolla, lávala y pícala en trozos pequeños. Sofríe estos trocitos hasta que estén dorados. Será la señal para que añadas el bacon y lo sofrías todo junto por varios minutos, hasta que el bacon haya cogido un color dorado. Si lo quieres más seco tendrás que hacerlo un poco más.
Mientras se hace el bacon, en un bol bate los dos huevos. Agrega la nata, poco a poco, mientras vas batiendo hasta conseguir una especie de crema blanca homogénea a la cuál le añades la sal y la pimienta. Vuelve a batir y comprueba el sabor para saber si le quieres agregar un poco más de sal o de pimienta.
Vierte en este bol la cebolla con el bacon y remueve un poco con ayuda de las varillas, para que queden ambos ingredientes bien impregnados de la mezcla.
Ve esparciendo la mezcla, con sumo cuidado, sobre la masa quebrada con ayuda de una cuchara o un tenedor, para repartirla bien y que no quede un solo espacio sin cubrir. Una vez conseguido, tienes que espolvorear el queso rallado emmental por encima. Si no te gusta el queso no tienes por qué echarlo.
Mete en el horno y programa, con la función de ventilador, para que hornee tu quiche de bacon casera durante 15 – 20 minutos. Controla cómo se va dorando el queso, porque cuando esté completamente dorado es el indicador de que tienes que sacar tu quiche de bacon del horno. Si quieres la masa más tostada, déjala unos 25 minutos y estará mucho más crujiente. ¡Que aproveche!
