Si el bacalao que habéis comprado es de salazón, vais a tener que desalarlo. Para ello el día antes tenéis que meterlo en agua para que esté soltando la sal toda la noche por unas 12 horas más o menos.
Una vez listo lo limpiamos bien, quitándole las espinas y la piel. A continuación lo cortamos en daditos de unos dos centímetros más o menos. Colocamos los dados en una bandeja, a ser posible en fila sin colocar uno encima del otro.
Exprimimos todos los limones para extraerles el jugo y lo colamos. Cuanto más en profundidad los exprimáis más amargo saldrá, así que tener cuidado.
Vertemos el jugo en la bandeja donde esté bacalao para que lo cubra, dejando lo que sobre apartado en un vaso. Metemos la bandeja en el frigorífico para que repose un par de horas.
Cuando quede poco para sacar la bandeja de la nevera, nos ponemos a pelar y cortar las cebollas en juliana. Cortad el pimiento en tiras a lo largo y luego en otras más pequeñas. Todo esto lo ponemos en un cuenco hondo con agua.
En otro bol echamos un chorrito de aceite, troceamos el cilantro y también lo agregamos. Removemos un poco y esta mezcla la pasamos por la batidora.
Sacamos ya el bacalao de la nevera, lo sacamos del limón y colocamos en una bandeja nueva.
Repartimos la cebolla y el pimiento por encima y, por último, bañamos todo con el aceite de cilantro que hemos hecho.