Pela los dientes de ajo y los echas enteros en una cacerola, o una sartén, para que se doren. Si el pollo no lo tienes troceado aún, entonces límpialo y córtalo tú en cuartos o en diversos trozos, como prefieras. De no saber cómo, pídele a tu carnicero que te lo trocee una vez lo cortes.
Echa los trozos de pollo al aceite para que se vayan dorado y cogiendo el sabor del ajo. Si quieres agilizar el proceso, tapa la cacerola.
Pela las patatas, las lavas y cortas en gajos que echas a la cacerola, junto con unas dos copas de vino blanco. Remueve bien y esparce perejil y un poco de sal.
Vas a dejar que todo se cocine junto por unos 40 minutos para que esté listo para comer.