Si los garbanzos no son congelados, los tendrás que tener en remojo toda la noche para que al día de usarlos estén tiernos. Y en el caso de los callos, antes de ponerte a preparar este plato ponlos a remojo en un cuenco con bastante agua para que suelten toda la porquería que contengan durante un par de horas.
Cuela y escurre los callos para echarlos a una cacerola, junto con el morro de vaca y las manitas. Llénala de agua y ponlo todo a cocerse a media potencia. Cuando empiece a hervir, desecha el agua y vierte agua limpia. Entonces agrega la morcilla, el tocino y el chorizo. Remueve y deja que se haga por unos 10 minutos.
En lo que pasa el tiempo pela una de las cebollas y córtala en rodajas, clávale los clavos de olor y échalo a la cacerola junto con el diente de ajo y las cantidades de laurel, perejil, sal y pimienta blanca que estimes oportunas. Tapa y deja que se cueza a fuego lento por unas dos horas más o menos.
Ahora prepararás un sofrito, para ello pon una sartén al fuego con un poco de aceite a calentar. Saca el diente de ajo de la cacerola y ponlo en la sartén. También echarás la cebolla que te queda, bien picadita, junto con la guindilla y la cucharada de pimentón. Remueve bien y deja que todo se dore un poco. Entonces agrega la cucharada de harina y vuelve a dejar que se haga el sofrito.
Una vez listo, echa el sofrito al puchero, junto con los garbanzos, y deja que todo se cueza por unos 20 minutos.