Lo primero de todo, y más importante, es que los garbanzos estén listos para usarse. Si son de cocción rápidos tenlos en un cuenco, sino es el caso, entonces vas a tener que dejarlos la noche anterior en reposo para que se pongan tiernos.
Ve calentando el aceite en la olla mientras vas pelando y picando la cebolla con los dientes de ajo. Al picar la cebolla los ojos te llorarán, de modo que es mejor que la laves un poco bajo el agua del grifo para que pierda su efecto lacrimógeno antes de picarla.
Pocha en primer lugar la cebolla y el ajo mientras te vas ocupando del resto de ingredientes.
Pela la zanahoria, la lavas bien bajo el agua del grifo y la cortas en daditos. También vas a trocear el pimiento, pero este lo cortas en tiras.
En el caso del tomate, vas a cortarlo en cuartos, le quitas las pepitas y tritura los trozos con un par de cucharadas de agua para que te salga una salsa suave. Si tienes salsa de tomate frito en casa no hace falta que uses un tomate.
Agrega el pimiento con la zanahoria, remueve y cocina todo junto por varios minutos.
Añade el tomate y remueve para que quede bien integrado. Echa en ese momento los garbanzos junto con el arroz y remueve en el sofrito.
Recubre con agua, cubriendo más o menos la mitad de la olla. Sube la potencia del fuego para que hierva.
Trocea la pastilla de caldo y la echas junto con un poco de sal. Reduce la potencia del fuego y cuece por unos 20 minutos para que esté listo.