Comienza batiendo dos de los tres huevos junto con todo el azúcar, la cucharada de esencia de vainilla, la mantequilla y la piel rallada del limón. El resultado final será una especie de crema suave y blanca.
A continuación ve vertiendo la harina lentamente, mientras continuas batiendo con energía y fuerza, para lograr una masa homogénea que cada vez te costará más remover.
Mete la masa en la nevera para que repose por unos 50 – 60 minutos, y así esté bien consistente.
En lo que la masa está lista, ve preparando el membrillo. Para ello lo cortas en daditos, lo metes en un bol y machacas con la copa de vino. Otra opción es pasarlo por el pasa purés.
Saca la masa de la nevera y ponla en la encimera, aplanándola bien. Corta una porción no muy grande que aplanarás otra vez y cortarás en tiras. La otra porción la pondrás en una tartera, rellenarás con el membrillo y finalmente recubrirás con las tiras que has cortado.
Pon el horno en marcha a 180º C para que coja temperatura.
Bate el huevo que te ha sobrado y repinta las tiras. Y al horno por 30 minutos.
Al sacar el dulce, déjalo reposar un poco antes de comer, para que esté mucho mejor.