A la noche anterior deja los garbanzos en remojo con un poco de sal. En el caso del bacalao tienes que dejarlo en remojo 12 horas, cambiándole el agua cada 4 horas para que suelte toda la sal.
Cuando el bacalao esté al punto de sal que te gusta, trocéalo con las manos al tamaño de tu preferencia. Es importante retirar todas las espinas, después reserva en la nevera.
Al momento de cocinar, cuela y escurre los garbanzos para echarlos en una olla grande con bastante agua y un poco de sal. Deja cocinar hasta que estén tiernos, una vez listos cuela y escurre reservando una taza de agua de la cocción. Lo ideal es usar una olla a presión para acelerar el proceso.
Una vez en su punto los garbanzos, es momento de hacer el sofrito. Pela y pica las cebollas con los dientes de ajo. Ambos ingredientes sofríelos a fuego bajo en una sartén con un poquito de aceite y al hoja de laurel.
Mientras doran, pela los tomates y retira las semillas, luego córtalos en láminas finas. Cuando la cebolla y el ajo estén dorados, incorpora a la sartén los tomates y el pimentón, salpimienta, remueve y deja cocinar a fuego bajo 10 minutos.
Transcurrido este tiempo, incorpora los garbanzos a la sartén. Remueve y, en el caso de que le falte líquido a la mezcla, agrega la taza de agua de cocción de los garbanzos que has reservado.
Añade el bacalao a la preparación y remueve cuidadosamente para evitar que se destroce. Deja cocinar todo junto durante 5 minutos o hasta que el bacalao esté cocinado. Prueba de sal y solo añade más en caso de ser necesario.
Sirve caliente, ¡así de fácil es hacer unos garbanzos con bacalao típicamente andaluces!