Cómo te indicábamos al principio, lo ideal es que compres el pan dos días antes y lo cubras con un paño hasta que vayamos a ponernos con las torrijas al vino.
La noche anterior prepararemos también el almíbar de vino para que haya reposado correctamente. Pon en un cazo los 750 ml de vino tinto y el agua y ponlo a fuego medio hasta que hierva. A continuación incorpora el azúcar, la rama de canela y la piel de naranja.
Mantén la potencia del fuego a medio-alto durante unos 5 minutos y deja que hierva de nuevo un par o tres de minutos. Después apaga el fuego y tapa para que se haga la infusión.
La dejaremos reposar durante la noche y al día siguiente la colamos y reservamos.
Para preparar las torrijas bate los huevos en un bol con media cucharada sopera de azúcar y una pizca de sal. Corta el pan a rebanadas de unos dos dedos de grosor.
A continuación tenemos que remojar cada rebanada de pan primero por el almíbar y después por el huevo que hemos batido con el azúcar y la sal.
Pon una sartén al fuego con un buen chorro de aceite de girasol. Cuando esté caliente, añadimos una rama de canela en el aceite y la piel rallada de un limón. Removemos y bajamos el fuego a la mitad.
Fríe las rebanadas de tres en tres o como mucho de cuatro en cuatro y cuando estén doradas por ambos lados ponlas en un plato con papel absorbente para que expulsen el exceso de aceite.
Vuelve a poner el almíbar de vino que te haya sobrado en un cazo y cuando empiece a hervir añade los 200 gr. de azúcar blanco. Remueve y mantén el fuego a media potencia durante un cuarto de hora hasta que se vaya formando un almíbar más espeso. Después déjalo reposar 10 minutos.
Vierte el almíbar de vino sobre las torrijas y luego espolvorea con una mezcla de azúcar y canela para tenerlas ya listas. Es mucho mejor dejarlas templar un poco antes de comerlas, así cogerán el sabor del almíbar y estarán riquísimas. ¡Qué aproveche!