Lo primero que necesitará serán unas hojas de espinacas frescas y que tengan un color verde muy vivo. Aunque son mejores las que puedan vender en una verdulería, si las adquiere en el supermercado también le bastarán. Lave bien las hojas bajo el agua del grifo y luego córtelas en trozos no muy grandes para machacarlas en el mortero, aunque es mejor que lo haga en la trituradora si tiene, porque así lo hará mucho más rápido.
Una vez trituradas las hojas de las espinacas proceda a pelar y cortar en trocitos pequeños los dientes de ajo. Agregue al vaso de la batidora, o trituradora, los dientes de ajo junto con los piñones. Triture bien por unos minutos hasta que todo quede reducido a trocitos muy pequeños.
A continuación ira batiendo muy suavemente mientras va agregando aceite, lo que ayudará a que esta mezcla seca se vaya unificando en una mezcla homogénea. Si no quiere que le quede una mezcla muy clara no utilice demasiado aceite.
Lo último es ir agregando el queso parmesano sin dejar de batirlo de forma lenta, esto lo que hará será que tendrá más cuerpo y consistencia a su salsa.