Lo primero que haremos será pelar y cortar los ajos. Se deben cortar en láminas de un grosor medio pues si se cortan muy finos se queman enseguida, en cambio si quedan muy gruesos pueden tostarse por fuera y quedar crudos por dentro. Por eso trataremos de darles un grosor adecuado.
En una sartén de tamaño mediano, y preferiblemente antiadherente, calentamos el aceite. Ponemos los ajos y los freímos a fuego lento para que no se quemen. Cuando los ajos ya tengan un tono doradito, echamos las gambas.
Comenzamos a saltear las gambas con los ajos, todo a fuego medio. Al mismo tiempo que se hace el salteado, batiremos los huevos. Cuando las gambas están casi a punto, prácticamente hechas pero no del todo, bajamos a fuego lento y añadimos los huevos al salteado.
Tomamos un poco de sal, a nuestro gusto, y la añadimos. A continuación, cogemos una cuchara (si es de palo mejor), y vamos removiendo poco a poco todo, hasta que los huevos estén hechos. Trataremos de mezclar bien los huevos, para que tengan la textura propia de una tortilla francesa, y no quede por un lado la yema y por otro la clara.
Cuando los huevos estén listos, es el momento de retirar la sartén del fuego. Dejamos reposar al menos un par de minutos todo el revuelto. ¡Y ya están listos nuestros deliciosos huevos revueltos con gambas!
Aunque esta es la receta básica, y está exquisita tan solo con estos ingredientes, se trata de un plato al que se le puede añadir otros elementos, por ejemplo unos espárragos o unos champiñones. Si deseamos hacerlo así, tan solo tenemos que añadir ese ingrediente después de sofreír los ajos y antes de añadir las gambas.