El día antes de preparar el ajoblanco sin pan, pondremos las almendras en remojo. De esta forma las hidrataremos, y esa agua la vamos a aprovechar al día siguiente a la hora de preparar este plato con el fin de darle más sabor.
Un poquito antes de comenzar la receta, vamos a echar en agua caliente los dos dientes de ajo, y los dejamos unos cuantos minutos. Esto se hace para que el sabor del ajo no sea tan fuerte, evitando así que luego el ajoblanco se nos repita demasiado.
Sacamos los ajos del agua y los colocamos en un recipiente apropiado para batir junto a las almendras, el agua en que han estado en remojo, un poco más de agua si es necesario y los demás ingredientes. Lo ideal es poner la batidora a baja velocidad, porque esto ayuda a conseguir una textura suave.
Comenzamos a batirlo todo hasta conseguir una textura cremosa. Si es necesario podemos añadir un poco más de aceite para conseguir aún mejor tacto. No obstante, no olvidemos que estamos tratando sobre todo de hacer una receta sana.
El ajoblanco sin pan ya está listo, tan solo queda meterlo en el frigorífico. Esta receta sabe deliciosa cuando se sirve realmente muy fría.
Si lo deseamos, podemos adornarla con unas cuantas almendras tostadas. No debemos perder de vista que las almendras son un alimento muy saludable, que es de lo que se trata esta receta, sobre todo para controlar el colesterol.
