Como lo que más se demora en esta receta es hacer la pasta, vas a comenzar preparándola. Coloca la harina en un bol grande, realiza un agujero en el centro y agrega los huevos, el aceite y la sal.
Mezcla con las manos para formar una masa, cada vez que se ponga pagajosa, puedes espolvorear un poco de harina extra.
Cuando la masa esté homogénea y elástica, arma una bola, envuélvela en un paño de cocina y déjala en reposo durante una hora. Aprovecha ese tiempo para mezclar los ingredientes del relleno y formar una pasta con ellos.
Transcurrido el tiempo de reposo de la masa, divídela en dos partes iguales. Espolvorea harina sobre la mesa y extiende una de las partes con el rodillo hasta que obtengas una lámina de un milímetro de grosor.
Sobre esa lámina vas a colocar varios montoncitos hechos con una cucharadita de relleno, debes dejar unos tres centímetros aproximadamente de espacio entre ellos para que no se peguen.
Vuelve a espolvorear harina sobre la mesa y repite el procedimiento con la otra mitad de la masa. Cuando la tengas lista, cubre con ella el relleno y presiona alrededor de cada montoncito para que salga el aire.
Espolvorea harina por encima y corta los raviolis en la forma que desees con un cuchillo o un corta pasta. Asegúrate que los bordes estén bien sellados, para que no salga el relleno durante la cocción.
A continuación, cuece tus raviolis de queso en abundante agua hirviendo con sal durante dos minutos y sírvelos con una rica salsa. ¡Buen provecho!
Sabrás que tu pasta está lista cuando salga a flote.