Lo primero que haremos será coger los dos dientes de ajo y pelarlos. Tomamos los dos ajos enteros y los ponemos en un recipiente para batir. Añadimos las almendras y un poco de sal al gusto. Te recomendamos empezar echando muy poca sal, ya que siempre se puede añadir más.
Ponemos a batir los ingredientes. Tenemos que intentar triturarlos todo lo que podamos, impidiendo que se formen molestos grumitos que echarían a perder el plato. En un recipiente pondremos la miga de pan, con agua que la cubra.
Debemos intentar batirlo todo suavemente, poniendo la batidora a la mínima velocidad. A medida que lo requiera, podemos añadir pequeñas cantidades de agua para que se remueva bien todo.
A continuación añadimos la miga de pan y continuamos batiendo. Cuando veamos que hemos conseguido una textura ligeramente pastosa, añadiremos el aceite, el agua y el vinagre blanco.
Cuando hayamos conseguido una mezcla consistente, podremos dejar de batir. Pasaremos la receta por el colador, para quitar posibles grumitos que se hayan colado en la receta.
¡Esto es todo! Ya tenemos hecho nuestro ajoblanco cordobés, que meteremos en el frigorífico para servirlo muy frío. Te aconsejamos que lo tapes bien cuando lo pongas a enfriar, porque no debe coger olores de otras cosas que tengas en la nevera. A la hora de servirlos, lo típico es hacerlo en pequeños recipientes de barro. ¡Esperamos que lo disfrutes!