Antes que nada conviene que laves el pollo, ya que a veces pueden contener restos de impurezas que debes desechar. Enjuágalo varias veces bajo el agua del grifo, ponlo a escurrir y reserva.
Quita la piel a las cebollas y córtalas finamente en juliana. Pela también los dientes de ajo y córtalos en trozos medianos. Reserva también estos ingredientes.
Añade sal y pimienta negra molida a tu gusto a los muslitos de pollo. Coloca harina en un plato y ve pasándolos por ella. Procura que queden cubiertos, pero no con exceso de harina.
Pon a calentar un fonfo de aceite de oliva en una sartén amplia y honda, y a fuego fuerte. Cuando ya esté bastante caliente, empieza a freír ligeramente los muslitos de pollo, hasta que queden dorados por fuera, pero sin terminar de hacerse por dentro.
Pásalos a una fuente con papel de cocina absorbente, para que no queden especialmente grasientos. Resérvalos de nuevo.
Aprovecha esa misma sartén para sofreír la cebolla y el ajo (quita aceite si es necesario) con un poquito de sal para que la cebolla suelte sus propios jugos y se hagan mejor ambas verduras. Deja que se pochen a fuego lento duante unos 5 o 7 minutos.
Una vez esté blandita la cebolla y tostadito el ajo, añade la cerveza, sube el fuego y espera a que reduzca aproximadamente a la mitad.
Pon el pollo en la sartén de nuevo, cubre con agua y añade una pastilla de caldo de pollo. Tapa y deja que cueza todo junto a fuego lento durante 45 minutos aproximadamente. Pasado este tiempo prueba y rectifica de sal y pimienta negra molida si lo deseas.
¡Y listo! Ya puedes apagar el fuego, apartar y servir este riquísimo pollo guisado a la cerveza. Si has seguido los pasos que te hemos indicado, te habrá quedado tan rico que todos en casa te van a felicitar. Y dicho esto, no dejes pasar un minuto más, ¡y corre a disfrutar de tu riquísimo plato!