Hacer unas patatas fritas sin aceite y sin la necesidad de usar una freidora es más fácil (y sano) de lo que piensas. Puedes añadir una cucharada de aceite de oliva de manera opcional para un mejor resultado o simplemente prescindir de esta grasa por completo.
Comienza encendiendo el horno a 200 ºC para que se precaliente. Mientras, pela las patatas y lávalas bien para retirar la tierra. Es importante comprar patatas viejas, ideales para freír, pues las nuevas tienen mucha humedad y el resultado no sería tan crujiente.
Corta las patatas en rodajas de aproximadamente un centímetro de grosor y luego trocéalas en palos con un grosor uniforme para una mejor cocción. Ve reservando en un bol o recipiente profundo.
Una vez que estén todas cortadas deberás añadir sal al gusto y remover con la ayuda de tus manos, si gustas añade un poco de pimienta negra recién molida también, que le dará un toque genial.
En este punto debes incorporar, si lo deseas, la cucharada de aceite de oliva removiendo bien para que se integre. Otro truco es mezclar las patatas con una clara de huevo batida, lo que hará que queden un poco más doraditas y con un aspecto similar al de la versión frita.
Cuando estén condimentadas, distribuye las patatas en una bandeja para hornear previamente cubierta con papel vegetal para evitar que se peguen. Las patatas no deben estar muy juntas ni tampoco unas encima de las otras, sino más bien perfectamente alineadas.
Mete al horno y deja cocinar a 200 ºC durante 30 minutos, pasados 15 minutos deberás voltearlas para garantizar una cocción uniforme. Cuando haya pasado la media hora, sube la temperatura a 250 ºC y déjalas por 5 minutos más para que se acaben de dorar.
Asegúrate de que están bien cocinadas y sácalas del horno, espolvorea un poco de sal por encima ¡y listo! Tus ricas patatas fritas sin aceite ya están al punto para ser devoradas. Prueba esta receta sencilla y más ligera que de seguro no te defrauda.
