En un bol grande echamos la harina junto con el azúcar y lo removemos bien con una cucharilla o unas varillas eléctricas. Entonces echamos la levadura y usamos las manos para mezclarlo todo bien, logrando conseguir una mezcla oscura gracias al azúcar moreno.
A esta mezcla ahora le añadiremos la mantequilla y los huevos. De nuevo iremos mezclándolo todo con las manos para ir logrando que vaya tomando la forma de una masa espesa y uniforme. No dejéis de amasar hasta que lo veáis todo bien mezclado. Podéis echaros un poco de harina a las manos para que no se os pegue la masa.
Pondremos ya el horno a calentar a 190º C para que esté listo cuando lo necesitemos.
Formamos una bola con la masa y la ponemos en una tabla de madera, a la que añadiremos harina para que no se quede tan pegada. Usamos un rodillo para amasar la mezcla, intentando que no quede ni muy fina ni tampoco muy gruesa.
Ya totalmente lista, usamos los moldes que más nos gusten para ir tomando trozos de la masa y los iremos poniendo en una bandeja en una línea, dejando un espacio prudente entre ellos para que no se queden pegados.
Una vez listo, lo metemos al horno y les tomará unos 15 minutos en estar listas. A los 8 minutos más o menos podemos darles la vuelta para que se hagan igual de bien por arriba y por abajo si queremos. Vigiladlas bien para que no se quemen.