Como siempre que hacemos un caldo, los garbanzos tienen que ser tiernos. De modo que el día antes de preparar el plato los ponemos en un cuenco con bastante agua y un poco de sal. Dejamos reposar toda la noche. Si compráis congelados esto no hará falta hacerlo, pero siempre es mejor usar productos frescos y naturales.
Ponemos una olla grande en el fuego, a media potencia, con bastante agua. Echamos los huesos, la carne y el tocino. Colamos y escurrimos los garbanzos, para después echarlos a la olla. Como después los tendremos que separar, si queréis se pueden poner en una red dentro de la olla para no tener que estarlos buscando.
Se irá formando espuma en el caldo, de modo que con una cuchara irla retirando. Todo debe cocerse por alrededor de una hora.
Pelamos las zanahorias y las patatas, las lavamos y procedemos a trocearlas a nuestro gusto. Las echamos al caldo, con un poco de sal y las judías verdes. Dejamos cocer por otra hora más.
Pasada la segunda hora, los garbanzos estarán tiernos, así como las verduras (judías, patatas y zanahoria). Así que sacamos todo de la olla, colocándolo en una fuente o plato grande.
Colamos el caldo, y podemos preparar unos fideos o arroz con él, para luego agregarle los garbanzos y las verduras.
La carne no hay porque tirarla, porque la podéis aprovechar para hacer unas croquetas, por ejemplo.