Antes de ponerte a cocinar lo mejor será que prepares los ingredientes que vas a usar: la harina la tamizas en un cuenco grande, haciéndole un agujero en el centro para formar un volcán, espacio en el que debes echar la levadura.
Con una cuchara lo remueves todo. En un recipiente pequeño ralla la piel del limón, evitando a toda costa la parte blanca que amargaría el postre.
Calienta el aceite de oliva en una sartén a potencia media. Cuando esté caliente, echa la corteza de limón y baja un poco el fuego para que se sofría y aromatice el aceite. Una vez listo, retira del fuego y deja enfriar.
En otro recipiente bate los huevos junto con la leche, hasta formar una mezcla blanquecina sin grumos. Añade entonces el azúcar blanco, batiendo de nuevo hasta conseguir una crema muy suave.
A continuación vierte el aceite aromatizado, colándolo para que no caigan trozos de la piel de limón. Bate de nuevo para integrarlo todo.
Es el momento de ir añadiendo la harina, poco a poco sin dejar de batir con una batidora, hasta que se forme en esta ocasión una masa más espesa. Cuando ya no puedas batirla, enharínate las manos y trabájala con las manos hasta hacer una bola, la cuál deberás cubrir con papel film y dejar reposar durante media hora.
Poco antes de volver a trabajar con la masa, pon a calentar una sartén con bastante aceite de girasol, más o menos que llene la mitad de la sartén. Así estará listo para cuando vayas a freír los roscos.
Ve cogiendo porciones de la masa y dándoles la forma de rosco con las manos con un vaso pequeño o con la boca de una botella para hacer el agujero del centro.
Una vez que vayan estando listos, añádelos con cuidado a la sartén y déjalos freír durante unos 10 minutos a media potencia, 5 minutos por cada lado para que no se hagan más por un lado que por otro. Una vez listos, ponlos en una bandeja con papel absorbente para que suelten el exceso de aceite.
Cuando ya hayan soltado el aceite, y estén templados, es el momento de esparcir el azúcar blanco que tenías reservado en el plato por encima de todos los roscos. Es recomendable esperar a que estén un poco fríos, porque si están calientes el azúcar será absorbido por la masa y estarán demasiado dulces.
¡Tus roscos de Semana Santa están listos! Disfruta de esta dulce tentación que gusta a grandes y chicos,
