Trocea el jamón en trocitos tan pequeños como puedas o cómpralo a taquitos. Los champiñones por su parte tienes que lavarlos, quitarles toda la tierra y el tronco y laminar los gorros. La cebolla pélala y pícala también tan pequeñas como puedas.
Pon una sartén al fuego, echa un poco de aceite y empieza a freír ahí la cebolla hasta que se poche. En cuanto haya cogido un poco de color, incorpora el jamón y los champiñones removiendo bien de vez en cuando para que no se queme nada.
Cuando todo esté dorado, echa la harina y remueve un poco para que se funda con el resto de ingredientes, este es el truco para que no se formen grumos. A continuación, vierte la leche sin dejar de remover en ningún momento y pon también la nuez moscada y la pimienta. Déjalo todo al fuego durante quince minutos, verás que coge consistencia.
Saca a masa y déjala reposar en un bol durante una o dos horas para que coja cuerpo y así sea mucho más manejable.
Transcurrido este tiempo, echa pan rallado en un plato, bate el huevo y pon una nueva sartén al fuego con un dedo o más de aceite.
Ve cogiendo porciones de la masa, dale la forma de una croqueta y comienza el proceso; la bañas en el huevo, rebozas con el pan rallado y a la sartén para que se haga.
Las croquetas tienen que estar al fuego durante unos ocho minutos para que se hagan por todos lados y, cuando veas que están doraditas, sácalas y pásalas a un plato con papel absorbente para que pierdan el aceite que les sobre. Después, ¡estarán listas tus croquetas con jamón y champiñones!