Para desalar el pescado empieza poniéndolo en un recipiente. Cúbrelo con agua y tápalo. Refrigéralo durante 36 horas y cambia el agua dos veces al día.
Pasado el tiempo, quita la piel, las espinas y trocéalo. Coloca la leche en una olla y llévala al fuego. Cuando rompa a hervir, incorpora el bacalao, cuécelo durante un par de minutos, aparta del fuego y deja reposar.
Pela la cebolla y córtala en trocitos, pela también los ajos, uno lo picas en cuadritos y el otro lo laminas. Lava el perejil y corta sus hojas.
Cuela la leche que tenías en reposo y viértela en el vaso de la batidora junto con el ajo laminado. Desmenuza el bacalao e incorpóralo a la leche, salpimienta, añade la nuez moscada, tritura durante dos minutos y reserva.
Pon una olla al fuego y agrega la mantequilla y una cucharada de aceite de oliva, cuando se derritan pon el ajo picado y la cebolla a pochar a fuego bajo.
Cuando comiencen a dorarse, incorpora el perejil, da un par de vueltas y agrega la harina, remueve para disolverla y tostarla durante tres minutos.
A continuación, incorpora el contenido de la batidora y remueve con unas varillas hasta que la mezcla comience a despegarse. Vierte en una fuente, tapa con un film y en cuanto se enfríe, refrigera.
Lista la masa, moldéalas con la forma de tu preferencia, pásalas por el pan rallado, luego por el huevo batido y sella con el pan rallado.
Fríe tus croquetas de bacalao con bechamel en aceite bien caliente y retíralas a un plato con papel absorbente en cuanto veas que ya han cogido algo de color. ¡Buen provecho!