Antes que nada vamos a dar un primer lavado a la coliflor. Ponla debajo del grifo y límpiala tantas veces como sea necesario. A continuación, córtala en arbolitos y lávala otra vez con agua y con el jugo del medio limón.
Ahora en una olla vamos a poner agua abundante y sal, dejando libre un hueco por arriba para que luego no rebose. Añade las coliflores y hiérvelas hasta que estas estén tiernas, con quince minutos será suficiente. No obstante, ve comprobando de vez en cuando cómo están pinchándolas con un tenedor.
Pon los 100 gr. de harina en un bol y, en medio, añade el aceite y el vino blanco. Mézclalo bien y añade con suavidad los 250 ml. de leche, removiendo hasta conseguir que tenga textura de pasta. Deja que repose durante unos 20 minutos aproximadamente.
Mientras, pon en una sartén aceite de oliva a calentar. Ahora, añade la levadura a la pasta que hemos preparamos antes y ve pasando las coliflores una por una. Cuando el aceite esté caliente, ponlas a freír ligeramente hasta que estén doraditas. Con un par de minutos o tres bastará.
Ve apartando las coliflores a un plato hondo con papel de cocina absorbente para que no queden muy grasientas. Pon a precalentar el horno a 180ºC.
Cuando las coliflores hayan perdido todo el aceite, las pasamos a una fuente para hornear. Mételas al horno y deja que se hagan durante unos cinco minutos.
¡Y ya hemos terminado! ¿Ves qué fácil resulta cocinar unas ricas coliflores rebozadas, sin necesidad de añadirles huevo? Pues no dejes que se enfríen, ¡a disfrutar!