Preparación de las berenjenas rebozadas con miel y queso
En primer lugar vamos a lavar las berenjenas, colocándolas bajo el chorro del grifo. Cuando ya estén limpias, las vamos a cortar en rodajas, sin pelarlas.
Las rodajas deben tener un grosor medio, ni muy finas ni demasiado gruesas, con un centímetro de ancho bastará para que se hagan bien tanto por dentro como por fuera, sin llegar a quemarse.
A continuación pondremos agua abundante en un recipiente hondo, con sal. Dejamos las berenjenas en remojo en esta agua durante algo menos de una hora.
Cuando pase este tiempo, sacaremos del agua las berenjenas, dándole un nuevo enjuagado y secándolas luego bien. Ponemos a calentar aceite en una sartén, a fuego fuerte.
Vamos pasando una a una las berenjenas por la harina, y cuando el aceite esté ya muy caliente, las freímos. Mientras tanto, iremos cortando el queso en rodajas también y las colocaremos en una fuente. Cuando frías las berenjenas ten en cuenta que si fríes muchas a la vez se pegarán las unas con las otras.
A medida que vayamos retirando las berenjenas de la sartén, las iremos colocando en otra fuente con papel de cocina absorbente. De esta forma quedarán en su punto, jugosas pero crujientes, sin demasiado aceite.
Una vez que estén bien escurridas, vamos a pasar las berenjenas a la fuente donde está el queso, y las colocaremos por encima de este. En último lugar vamos a repartir la miel por encima de ellas.
Si prefieres un sabor un poco más amargo, utiliza la miel de caña. Si en cambio quieres que el plato te quede dulce, escoge mejor una miel de flores.
Si quieres, puedes acompañar tus berenjenas rebozadas con miel y queso de pan tostado o de cebolla caramelizada. El toque quedará delicioso.
¡Y esto es todo! Ya están listas para degustar estas exquisitas berenjenas rebozadas con miel y queso. Se deben tomar muy calientes para que estén más ricas y crujientes. ¡Buen provecho!
