Lo primero es que el bacalao esté bien desalado. Si no lo habéis comprado desalado, tendréis que tenerlo 48 horas en agua, cambiándola dos veces al día para que suelte toda la sal.
Ponemos una sartén con aceite a calentar a media potencia. Enharinamos el bacalao bien y lo ponemos a freír, para que se dore por ambos lados.
Mientras, en una cacerola con un poco de aceite, vamos a freír la cebolla. Tiene que estar bien troceada, así que cuando la peléis cortarla en rodajas y pasarla un par de minutos por la trituradora. Dejarla dorar por unos cinco minutos y entonces agregad la salsa de tomate. Dejar hacer por diez minutos.
Una vez la salsa esté lista, la pasamos a la sartén con el bacalao bien dorado, salpimentamos al gusto y dejamos que se haga por unos 10 minutos a fuego lento.
