Coloca la pechuga de pollo sobre una tabla de cocina, y córtala en trozos, dándole la típica forma cuadrada de los pinchos morunos. Pon en un bol todos los ingredientes para hacer el adobo de los pinchitos y remuévelos bien con ayuda de un cucharón.
Cuando estén perfectamente mezclados, añade la carne y tapa el bol con papel film transparente. Deja los ingredientes reposar toda la noche en la nevera.
Ya al día siguiente, pon en un recipiente la miel y dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra. Bate bien estos ingredientes, hasta que quede una mezcla homogénea. Vierte un chorrito muy pequeño de aceite de oliva virgen extra en una plancha, lo justo para que la carne no se pegue.
Pon el fuego al máximo, y mientras se calienta el aceite, ve pasando los pinchitos con su adobo por esta mezcla, y colócalos en pinchos de madera.
Una vez esté bien caliente el aceite, comienza a pasar los pinchitos por la plancha. Cuando estén bien doraditos por un lado, dales la vuelva para que se hagan igual de bien por el otro. Eso sí, procura siempre que por dentro queden bien jugosos.
¡Y esto es todo! Como has podido comprobar, preparar unos pinchos morunos tú mismo, de forma totalmente casera, es más sencillo de lo que probablemente creías. Así que ya tan solo te queda sentarte a la mesa y saborear este exquisito bocado. ¡Que los disfrutes!