Como todos los platos de cocido, los garbanzos tienen que estar bien tiernos. Lograrlo es muy sencillo: los ponemos en un cuenco grande con un montón de agua y un poco de sal para que reposen toda la noche. Esto ha de hacerse, por supuesto, el día antes a preparar el plato.
Una vez estén listos, los colamos y escurrimos, dejándolos a un lado para cuando los necesitemos.
Colocamos una olla grande al fuego con bastante agua, a la que echaremos los huesos, las patatas, la carne de morcillo y el tocino. Ponemos la potencia del fuego a media y dejamos cocer todo por una hora. Se irá formando espuma, así que quitadla con ayuda de una espumera o con una cuchara.
Pasada la hora, agregaremos los garbanzos, reduciendo la potencia del fuego a la más baja. Dejamos que se haga todo por unos 50 minutos.
Transcurrido el tiempo, a la olla agregaremos los chorizos, las orejas y la carne de pollo. De nuevo dejamos cocer por al menos una hora y media más o menos. Antes de que pase ese tiempo, agregad un poco de sal.
Ya listo, vamos a ir sacando el caldo de la olla para ponerlo en otra, dejando solo un poquito de caldo ahí dentro.
Preparamos el caldo con los fideos que hemos preparado, cosa que le llevará unos 15 minutos más o menos.
Ahora tenemos que hacer el relleno característico, para el cual batimos los huevos. Le agregamos tanta miga de pan como deseemos, el chorizo bien picado, así como los dientes de ajo picados también. Todo esto lo freímos un poco en el aceite, como si fuera una tortilla normal y corriente.