Lo primero es lavar los caracoles en agua fría en el grifo para que suelten toda la porquería. Si los habéis cogido vosotros, aseguraos que lleven una semana en ayunas para que estén más buenos.
Ponemos en una bandeja para hornos mucha sal gruesa, cubriendo la base y vamos colocando los caracoles boca arriba, uno al lado del otro. Para que no salgan vamos a esparcir sal por encima, y de este modo nos e darán la vuelta.
Metemos en el horno a 200º C y dejamos que se hagan por unos cinco o siete minutos más o menos. Sacamos y salpimentamos al gusto, bañando también con un buen chorrito de aceite de oliva.
Ahora pelamos los tomates y los troceamos en trocitos pequeños, que esparcimos por la bandeja, alrededor de los caracoles. Metemos de nuevo al horno por otro cuarto de hora.
