En primer lugar, vamos a lavar la berenjena colocándola bajo el grifo. Enjuágala unas cuantas veces, escúrrela y quítale la piel.
Una vez la tengas pelada, córtala a rodajas. Cada rodaja tiene que tener un grosor medio de unos cinco o diez milímetros.
Seca la berenjena con papel de cocina absorbente para asegurarte de que pierde todo el agua y échale un poco de sal.
Ahora vamos a batir los huevos y, en otro plato, ponemos la harina. Mientras haces este proceso, pon aceite en una sartén para que se vaya calentando.
Es el momento de rebozar la berenjena. El proceso que hay que hacer es muy sencillo; coges la berenjena y la pasas primero por el huevo, y luego por la harina. En cuanto el aceite esté caliente, tienes que meterla en la sartén. Fríela en tandas, de forma que las rodajas no queden muy juntas en la sartén.
A medida que las vayas friendo, pásalas a una fuente con papel absorbente para que pierdan todo el aceite que les sobra.
La miel vamos a echársela por encima a la hora de servirlas. Si prefieres una miel más dulce, utiliza la miel de flores. Si, en cambio, te gusta más un sabor más amargo, opta por la miel de caña.
¡Y listo! Ya están listas para degustar estas deliciosas berenjenas rebozadas con miel. Tómalas muy calentitas, que es como más ricas están. ¡Esperamos que te gusten!