Los caracoles no son complicados de preparar, y en caso de que los hayáis cogido del campo hay que dejarlos en ayunas durante una semana entera, en un lugar que sea seco y fresco.
Lavamos los caracoles con agua fría del grifo, uno a uno, de este modo les limpiaremos la tierra y otras inmundicias que puedan tener en el caparazón.
Cubrimos con sal gruesa el fondo de una bandeja que sirva para hornos (lo que se conoce como llauna) y repartimos por encima los caracoles, con la parte de la carne (o el agujero por donde sale) hacía arriba.
Salamos los caracoles con sal fina, para que de este modo no intenten darse la vuelta.
Ponemos el horno en marcha a 200º C para que se vaya precalentando.
Con el horno listo, los metemos por unos 5 minutos.
Mientras vamos pelando los ajos y los machacamos con un poco de aceite en el mortero para extraerles todo el jugo. También le agregamos el perejil y lo removemos bien para lograr la mezcla.
Transcurridos los cinco minutos, sacamos los caracoles y bañamos con la mezcla que hemos preparado. De nuevo los metemos en el horno.
Cuando hayan pasado de nuevo otros cinco minutos, sacamos la bandeja y esparcimos tanta pimienta como sea de nuestro agrado, pero si cocinamos para más persona tenerles en cuenta. Ahora volvemos a meter y dejamos que se haga hasta que la carne esté dorada.
Ahora preparamos la vinagreta: cortamos el pimiento verde en tiras a lo largo y luego en otras más pequeñas, así como pelamos y picamos los dientes de ajo en trocitos pequeños. Todo esto lo metemos en un cuenco. Lo cubrimos todo con aceite y un chorrito de vinagre de vino y machacamos con el mortero, hasta que los ingredientes estén bien aplastados. Luego removemos un poco y con esto tendremos lista la salsa vinagreta.