Primero vamos a usar dos cuencos; en uno echaremos las claras de los huevos y en otro las yemas (usad solo seis huevos). Las claras vamos a llevar hasta el denominado punto de nieve, que se consigue batiendo las claras con un poco de azúcar, consiguiendo una mezcla blancuzca. Ahora echamos más azúcar a las yemas y las batimos bien por cinco minutos, para conseguir una especie de crema blanca.
Poco a poco ir añadiendo la harina, y luego la levadura, a las claras montadas, sin que se desmonten. Ahora le echamos las yemas y lo mezclamos todo con movimientos suaves para que podamos conseguir una mezcla lo más homogénea posible.
Encendemos el horno a 190º C para que se vaya preparando para calentar nuestra tarta.
Engrasamos un molde con la mantequilla, para que no se acabe pegando y vertemos la masa en dicho molde. Vamos a hornearlo por 40 minutos, y lo sacaremos cuando veamos que está bien dorado.
Ahora vamos a por el chocolate; en una cacerola vamos a calentar un poco de mantequilla. Cuando empiece a derretirse, añadid el azúcar y remover hasta conseguir una mezcla cremosa. Echamos el chocolate junto con la leche y lo removemos todo bien, hasta conseguir que la crema quede marrón.
Procedemos a batir la clara del huevo sobrante hasta llevarla al punto de nieve, entonces añadimos la yema y mezclamos. Terminamos vertiendo el chocolate y vamos mezclando para que no se desmonte la clara. Esto dará como resultado una crema espesita.
Al sacar el bizcocho de la tarta, la dejamos reposar en la nevera por media hora. Ya fría, cortamos el bizcocho por la mitad, en horizontal, y lo rellenamos con chocolate. Una vez listo, unimos de nuevo las dos mitades y procedemos a untar la parte superior con más chocolate.