En el caso que los caracoles los hayáis cogido en el campo, para preparar este plato necesitáis que estén en ayunas durante una semana entera, manteniéndolos en un lugar fresco y seco.
Cogemos una bandeja para hornos (una llauna) y la base la cubrimos con la sal gorda.
Limpiamos los caracoles, uno a uno, para librarlos de las inmundicias que puedan tener en el caparazón, y los vamos colocando, uno al lado del otro, boca arriba sobre la sal.
Ponemos ya el horno en marcha a 200º C para que se vaya precalentando.
Para que los caracoles no se salgan y den la vuelta, lo que haremos será esparcir sal por encima.
Ahora metemos en el horno por unos cinco minutos. Pasado ese tiempo los sacamos y salpimentamos al gusto, además de añadir un poco de pimentón dulce. O podéis usar picante, a vuestro gusto.
Dejamos que se hagan por unos 20 minutos, y pasado un cuarto de hora (cinco minutos antes de que estén listos), los sacamos y bañamos en el coñac. Volvemos a meter.
Que se hagan los cinco minutos restantes y estarán doraditos y listos para comer.