Más de una vez hemos oído hablar de vinos que se han estropeado por el corcho. Sin embargo, el corcho natural sigue siendo el sistema más común para taponar un vino. En la actualidad, han surgido otros métodos como los tapones de corcho sintético, pero ¿cuáles son sus ventajas y sus inconvenientes?
La ventaja del corcho es que se amolda perfectamente al cuello de la botella y permite el paso de pequeñas cantidades de aire que favorecen el proceso de reducción que tiene lugar dentro de la botella. Sin embargo, es imposible saber si una partida de corchos está totalmente libre de problemas y un corcho en mal estado es suficiente para arruinar un vino.
A su vez, el tapón sintético nunca puede quedar sometido a esa contaminación conocida por los franceses como bouchoné y no aportan sabores extraños al vino. Sellan completamente la botella y aíslan al vino.
No obstante, no alcanzan la flexibilidad de los tapones de corcho y son más difíciles de extraer de la botella.
Los tapones sintéticos funcionan muy bien en vinos jóvenes de rápido consumo y han sido acogidos con gran aceptación por los productores del nuevo mundo. A ellos se oponen también quienes consideran que el corcho forma parte de la cultura vitivinícola y piensan que el tapón sintético es una forma de industrializar el mercado.
Los tapones de corcho sintético son mejores pero no son reconocidos por no ser de manufactura tradicional.
Otro método de taponado que no está autorizado en muchas denominaciones de origen es el de los tapones de rosca, que permiten una forma cómoda de destapar el vino y también están exentos de los sabores desagradables que aporta un corcho en mal estado.
Estos tapones también son criticados por quienes opinan que transfieren al vino sabor a metal y por quienes, una vez más, consideran que rompe con la cultura tradicional del vino.
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