Este año, la VI Cumbre internacional de gastronomía llevaba por título «Gastronomía, internet y las nuevas tecnologías». Los temas a tratar eran el futuro de la cocina on-line, internet, energías sostenibles y bocados antiglobalización. A priori, más bien parece un estudio cualitativo de cara a las próximas elecciones que un congreso gastronómico, pero de lo que allí se habló fue de gastronomía y de forma interesante como siempre.
El éxito mediático de este evento gastronómico aumenta año tras año, esta semana los aficionados (y los que no lo son) han sufrido en los medios de comunicación un verdadero empacho gastronómico de chefs dulces, salados, deconstruidos y en texturas.
Con tanta repercusión mediática, estos congresos profesionales cada vez se asemejan más a la Semana de la moda de París o Milán que a lo que eran en su origen. Esta transformación conlleva una exaltación de la innovación ya que cada año hay que presentar novedades en la colección.
La feria de Madridfusión es un verdadero empacho gastronómico de chefs dulces, salados, deconstruidos y en texturas.
Este año ha pasado por el congreso lo más granado de la cocina nacional, con alguna excepción y una interesante representación de la cocina internacional con Fulvio Pierangelini a la cabeza. Sin embargo, a mi modesto parecer menos espectacular que el plantel del año pasado cuando estuvieron Blumenthal, Trotter, Achatz o Tetsuya Wakuda.
Sonada ausencia la de Santi Santamaría que el año pasado fue el gran protagonista con sus críticas a los cocineros mediáticos y a las preparaciones en crudo. Hubiera sido interesante la ponencia de este disidente de la cocina contemporánea aunque, como él se encargó de explicar, no es su medio y bien claro lo dejó el año pasado.
En definitiva, éxito de crítica y público y con razón, ya que merece la pena asistir si la economía o la organización te lo permiten.